lunes, 27 de noviembre de 2006

1 de julio del año 2001 (más tarde)

Miento. Siempre he mentido.

Nadie sabe la increíble magnitud de mi desesperanza y mi miedo. Tengo terrores constantes, siempre tengo la sensación de que me espera un futuro lleno de sufrimiento, cada lágrima que sale de mis ojos es apenas una que permito que salga, pero las lágrimas que tengo son infinitas, porque el miedo me llena de lágrimas. La música a veces me salva de ser, me dejo ir en melodías, pero siempre tengo una parte de mí que no me deja solo, siempre estoy acompañado de mí. Y es por eso que la noche me sirve, porque la soledad y el silencio de la noche me atrapan y empiezo a verme pero no así, no así como soy, sino que me veo como podría ser, me atrapo en redes de verdad que apenas dejan escapar partes de mí que se salvan de mi juicio eterno.

Mi mente es un gran lugar, es un templo de silencio y oscuridad, aunque a veces es una habitación fresca y bien iluminada y suena alguna melodía que me sirve tanto como la noche, tanto como estar solo cuando no estoy solo. No quiero escapar de mí, lo que quiero es no querer dejar de ser yo. Estoy cansado de ser yo, pero ser yo es lo mejor que se me ocurre, siento que otros disfrutan más de sus vidas que yo, pero aun así no quiero esas vidas, no sé que podría pasarme si me dejara llevar por ciertas llamadas de mi inconciencia, si hiciera caso de los gritos desesperados de mi cuerpo cansado que me pide que salga al mundo. No sé, no sé nada sobre mí, soy tan misterioso para mí como cada persona que me cruzo en mi camino. Soy ajeno a mí, me miento como le mentiría a otra persona. Me miento como el viento que quiere ser otra cosa y no puede porque só1o es viento.

Y quizás yo quiero ser viento, quiero llevarme mis propias palabras como el viento que se lleva siempre las palabras, aunque las diga, aunque las guarde, aunque la escriba, aunque quiera gritar mi verdad con los pulmones gastados de tanta mierda. No quiero seguir escribiendo más, no quiero ser un escritor, quiero ser normal, quiero no sufrir más estas heridas constantes que me tienen atrapado al pasado.

Quiero saltar al abismo de no saberme, quiero enceguecerme de luz, quiero practicar un nuevo sentido para mis manos, para mis ojos, quiero no tener que decir más palabras, quiero aislarme de mi dolor, desaparecer del mundo material, convertirme en silencio constante, ser pensamiento, sonreír como estúpido pero sabiendo. No sé.

Y creo que no quiero saber, o mejor dicho, no quiero querer saber. Por supuesto, mucho más complicado y casi imposible. Yo no puedo decidir qué es lo que quiero. Lo que quiero me llega como una orden de mi cerebro, y yo soy esclavo de lo que decido querer. Puedo hacerlo o no, pero no puedo dejar de querer hacerlo. Soy esclavo eterno de mi voluntad imposible.

1 de julio del año 2001, a las 20:22. Sigo queriendo seguir, y no...

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