lunes, 27 de noviembre de 2006

1 de Julio del año 2001

¿Podré llegar a conocerme así, escribiéndome en palabras, lamentándome en sinsentidos continuos, llorando en noches oscuras sin lágrimas?

Quizás ya no quiera saberme cuando finalmente llegue a saberme, quizás mi camino tiene sentido en cuanto es camino, pero al realizarse su supuesto objetivo, pierda toda su raz6n de ser. Esta incertidumbre constante de seguir por un camino que no conozco, persiguiendo un objetivo que no sé si quiero, alegrándome cada tanto como si al sonreír pudiera engañarme de mí, como si las palabras pudieran sacarme de este laberinto que es mi mente y que es mi vida.

Hay laberintos reales y hay laberintos mentales, es decir, más reales. Porque si me pierdo en un laberinto real, siempre hay un camino de salida, siempre queda el camino inverso, aquel por donde entré, pero cuando el laberinto es mental, quizás sea imposible salir, quizás no haya salida, quizás tenga que inventarla, así como inventé el laberinto, y quizás inventar la salida del propio laberinto sea demasiado difícil. Por eso es más real, me siento tan perdido como en un laberinto de paredes, pero en un laberinto de imágenes, de recuerdos, de verdades y mentiras, un laberinto donde no podés dar un paso atrás, porque esa vuelta que diste a la izquierda hace un minuto ya no existe. Como si fuera un laberinto donde las paredes están constantemente cambiando, donde cualquier forma de razonamiento se vería de afuera muy similar a la locura.

Quizás sólo haga falta (aunque decirlo es fácil pero hacerlo casi imposible, aunque posible) darse cuenta que el laberinto no existe, que no hay salida. Porque tampoco hay entrada. Que se trata todo de una ilusión, que quizás sólo hay que abrir los ojos para ver la verdad. Pero así y todo, a veces, aún sabiendo lo irreal del laberinto, me siento más cómodo recorriendo estos caminos imposibles y esperando el momento de salir sin querer saber que solo estoy perdido en mis ganas de estar perdido. A veces se disfruta de algunos sufrimientos.

Hoy es domingo... ¿explica eso todo el laberinto anterior? Hoy es domingo, un día para quedarse en la cama y gemir, y mirar por la ventana el cielo azul sabiendo cuanto más disfruto de un día así en la semana, cuando puedo quejarme de tener que ir a trabajar. Los domingos deberían ser todos días grises y tristes, ¿qué significa este tremendo sol y este azul desmesurado que viene a complicarme la melancolía?

Nada mas, 1 de Julio del año 2001, a las 16:08. Estoy intentando descubrirme. En la ciudad de Salta, a más de mil kilómetros de cualquier persona conocida, a más de mil ki16metros de todo lo que es yo, de mis recuerdos, de mi realidad pasada. A más de mil kilómetros de mi vida... veremos que sucede en adelante, Leonardo Sznajder.

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