domingo, 26 de noviembre de 2006

11 de mayo, año 2001

Ya pasaron muchas horas de esta noche y sigue siendo noche. Poco a poco las noches fueron convirtiéndose en una especie de refugio donde me escondo de cierta clase de seres que me persiguen. Ya pasaron muchas horas y sigue siendo noche y me pregunto si estaré transcurriendo una especie de noche eterna. Durante el día vivo rodeado de cosas y personas que me recuerdan todo el resto, o, para ser justo conmigo, me recuerdan esa clase de resto que es no haber resto. Pero la noche me trae la paz de la soledad, quizás alguna música, siempre impersonal, o el televisor, que se convierte en acompañante mudo de mis noches sin fin. Lo enciendo y sus palabras sin contenido, sus imágenes que sé ficticias, su realidad falsificada, me ayudan a entrar en mi cerebro, me empujan a recorrerme como por un laberinto. Una taza negra de café negro me da el soporte químico, la nicotina me llena los pulmones de ideas sobre la muerte, y para justificarme digo que no temo a la muerte, pero aquí, a esta hora en que hasta el silencio duerme, no soy capaz de engañarme de esa manera. En estas horas de oscuridad y estrellas, las verdades salen y me señalan con sus dedos acusadores y no puedo dejar de verlas y reconocerlas. Las paredes van llenándose de pintura, de palabras, de colores. Poco a poco voy como construyendo las paredes de mi refugio-burbuja-útero, llenando de significados todo lo que debería ser blanco, sabiendo que no debería ser blanco, pero tampoco pared, ni refugio. Pero aquí estoy, horas tirado en esta cama ataúd donde veo la vida pasar delante de mi vista y hago proyectos para cuando sea famoso y alguien hable de mí, de mi vida. Una de las cosas que me tranquilizan es saber que si alguna vez alguien se interesa por mi vida, va a tener varias cosas para contar. No creo que a nadie le resulte aburrido oír mi vida, siempre viajando por algún lugar, siempre llegando a nuevos hogares, siempre volviendo, siempre en movimiento sin saber nada sobre el día siguiente. Años y años escribiendo, emborrachándome, amando, viajando, conociendo gente y lugares, durmiendo alguna vez en la calle, pasando un par de días sin comer, sufriendo el desamparo de no tener casa ni comida ni dinero ni ganas de conseguir nada de eso. Y siempre escribiendo, para dejar registro, para que nada se pierda, después de todo vivo día a día fabricando recuerdos, protagonizando anécdotas. No sé cuándo voy a morir ni hasta dónde llegaré antes de que suceda, pero mientras tanto sigo creando la historia de mí, una especie de leyenda de mí, voy recorriendo caminos y repartiendo mi arte, mi poesía y mi manera de ver el mundo y su gente, y poco a poco voy haciéndome, voy siendo cada vez mas parecido a quien soy. Mi ficción se acerca día a día a mi realidad, mis sueños van despertando uno a uno y de a poco van haciéndose tangibles.

Lo único importante es no morir, mientras uno esté vivo, todo es posible, mientras mi corazón siga bombeando sangre, aunque le cueste, yo seguiré así, creando, creándome. Y todo el resto no importa, si encuentro a una mujer que me ame así, mejor, si no, seguiré solo, recorriendo este camino que empezó hace unos años y tiene como última parada el momento en que llegue a comprenderme, o la cama donde diga algún día mis últimas palabras, que supongo serán algo así: TODO ES PROVISORIO. Nada más. Sigo y sigo, escribiendo mi camino. 11 de mayo, año 2001.5:00 am.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

esto me me hizo llorar mucho, muy bueno palomo, muy bueno.

Laura dijo...

Me gustó.
(pero veo simbolitos en vez de las vocales acentuadas)
Saludos