lunes, 27 de noviembre de 2006

27 de junio del año 2001

Sigo y sigo. Es decir, intento seguir. Mi camino se va cerrando, como si la realidad fueran dos paredes en cierto ángulo, y yo me trasladara lentamente hacia el punto en el que se cierra el espacio. Pero sigo y sigo, tengo ciertos trucos, tengo varios ases en la manga, y poco a poco voy sacándolos. Por eso sigo, porque ciertos ases están tan escondidos que hasta a mí me sorprenden cuando aparecen, y tengo entonces la constante incertidumbre. Mis pasos siguen pero el próximo paso, el que estoy dando ahora, mientras escribo esto, es tan cierto como el que daré en diez años, cuando sea tan otro que ni siquiera puedo imaginarme.

Es decir, tan cierto de ser incierto. Ahora estoy con mi realidad aquí, queriendo que esta sea mi realidad, pero bien sé que nunca sé cual será mi realidad. Sólo puedo hablar, y no mucho, sobre las realidades que ya viví, sobre lo que fue verdad, pero sobre lo que sabré, nada puedo saber aún.

Me conformo con esto, saber que no sé, saber que cualquier cosa que pase me va a sorprender. Disfruto del placer supremo de disfrutar. Aún puedo llorar y reír mil veces, me esperan tantas sorpresas como las que ya viví. Vivo tan separado de lo que es, que cualquier cosa, el llamado de un amigo, el vuelo de un ave, una nube que de repente se ve rosada al atardecer, el borde de un cerro casi azul de tan cerca del cielo, la melodía de un violín que me habla desde siglos atrás, la poesía de lágrimas de cierto autor que ha pasado por donde yo, la muerte de un sueño, la tristeza de haber amado, y el saber que se sufre tanto como se ha gozado, y millones de cosas más, y todo, cada segundo, cada mirada, cada palabra, cada gesto, todo lo nuevo, y todo lo viejo que siempre está, todo eso, siempre me sorprende, mucho, siempre, por eso sigo y sigo y sigo, porque todas las sorpresas son bien recibidas.

Hoy es 27 de junio del año 2001, miércoles. Son las once de la noche y quince minutos. Estoy en la ciudad de Salta, volviendo a crearme, como siempre.

Veremos que sucede en adelante Leonardo Sznajder.

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