Gritar y gritar. Pero no hasta perderse de si, sino hasta quedar exhausto de no ser, gritar hasta que el dolor comience y termine.
No pensar durante el tiempo mas largo posible, concentrarse en no concentrarse en nada, intentar la locura absurda de no tener palabras rondando la cabeza, ni imágenes los ojos.
Sorprenderse de estar simplemente siendo, sorprenderse de que exista ese estado, aunque uno no pueda alcanzarlo. Sorprenderse de poder aún sorprenderse.
Intento saberme como si fuera otro, pero aun siendo otro sé que sería yo, tan yo como yo, como el espejo del espejo. Intento un imposible que es pensar en descubrir verdades a través de frases, de significados inconclusos.
Pretendo saber algo nombrándolo, absurdo indiscutible, pero más aun cuando no puedo siquiera nombrarlo.
Y cambiando de tema... ¿cuándo comenzará mi revancha, cuando comenzaré a demostrar y mostrar y saber todo lo que tengo adentro?
Porque yo puedo entrar en mí y recorrerme como quien recorre un laberinto de imágenes e ideas, puedo incluso, con años y años llegar a vislumbrar alguna parte, una pequeña porción, pero qué puedo esperar de otro, de cualquier otro, si ni siquiera yo llego a comprenderme, a veces apenas llego a comenzar a comprenderme. Y no busco la verdad, ninguna verdad. Busco simplemente una pequeña mentira que me tranquilice por un rato, algún absurdo que me haga sonreír, una nostalgia inventada de momentos no vividos recordados sin recordar, una historia fantástica falsificada sin saberlo. Eso. Cualquier cosa que me saque de mí, como una droga pero sin droga. Cerrar los ojos y ser yo, pero otro, ser otro pero como un sub yo, no otro otro.
Hace tiempo ya, mucho tiempo, que quiero reír, que quiero verdaderamente reír. No quiero esa risa que me trae otra risa que ya no tengo y extraño, no quiero esa risa falsa de saber que río porque quiero reír y no porque río.
22 de junio del año 2001, en la ciudad de Salta, a pocas horas de llegar, intentando reubicar mis sentidos dormidos...
No hay comentarios.:
Publicar un comentario