lunes, 27 de noviembre de 2006

23 de junio del año 2001

Al no saber que quiero, me resulta imposible saber si voy por buen camino.

Intento tener mis sentidos constantemente despiertos para así no perderme de nada, pero a veces me distraigo, me pierdo en caminos laterales de mi camino que desconozco totalmente. Al no haber camino, por absurdo que suene, no hay camino. Y no haber camino es esto, es seguir y seguir sólo por seguir, esperando que algún afortunado accidente me traiga de repente un sentido.

Recorro con miradas interiores mi secreto de siempre para lograr descifrar mi enigma más oscuro, mi acertijo más pequeño. Me recorro como por un laberinto, marcando a cada paso con palabras el sendero que elijo, para así poder volver, aun sabiendo que volver no existe, que volver es sólo una ficción. Volver es la carnada, es la sensación de falsa tranquilidad, es querer recorrer un camino con la mentira de descansar en el volver.

Marco mi camino inexistente con palabras que forman mi realidad, pero nunca podré saber qué sentido puse en las palabras. Cada día, cada minuto que pasa, soy otro y no puedo saber nada sobre las intenciones y sentidos de todos los otros que fui cuando fui. Por eso mi camino es de enigmas, y las palabras que dejo como migas de pan de cuento de hadas, no son comidas por aves, sino simplemente se transforman en sin sentidos, palabras sin referente real, misterios que por misterios, no existen. Y me pierdo.

Nunca vuelvo a nada, porque lo que dejo atrás, aunque supiera el camino perdido, ya no es lo que dejé, y porque aunque fuera así, yo ya no soy el que era cuando partí, y aun imaginando el absurdo de que todo fuera igual, incluso yo, y que el camino de vuelta en el tiempo fuera posible, aun así la desconfianza me mostraría la verdad, el saberme de vuelta haría lo real distinto de lo real.

Volver es imposible, uno siempre va, aunque geográficamente el camino se superponga, siempre es ir, aunque se repitan las personas, siempre es nuevo. No hay un espejo que refleje dos veces lo mismo, no hay realidad que se repita, mas que en sueños. Y los sueños...

Desconfío del sueño, desconfío de la esperanza del sueño, lo único real, aunque siempre falso, es la angustia del sueño. Un sueño feliz me llena de angustia al despertar, casi tanto como una pesadilla, aunque de ciertas pesadillas siempre es bueno despertar.

En definitiva, lo único cierto es esto: lo que es, es. Y nada es nunca igual a nada, y todos los caminos son un solo camino que no existe, y la mayor ficción es la de creer que uno vuelve, cuando la verdad es que siempre va. Todo movimiento es siempre hacia adelante. Sólo la memoria hace el camino inverso, y la memoria es sólo eso, imágenes como sueños de lo que fue, porque podría haber sido.

23 de junio del año 2001, en la ciudad de Salta. Afuera se ven cerros, casas, y un cielo tan azul como el cielo. Sigo inventándome, como siempre, perfectamente imperfecto.

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