domingo, 26 de noviembre de 2006

30 de abril del año 2000

Son las 10 y media de la noche de este puto día domingo, y yo estoy en mi casa, intentando sobrellevar esta sensación que lentamente va naciendo en mí, una especie de frustración, algo así como descubrir lentamente que todos mis sueños son sólo eso, sueños, y que voy a tener que luchar desesperadamente para llegar a conseguir algo, una sonrisa, un aplauso, un peso para comprar algo que comer. Es una pequeña frustración, es una fuerza que tengo desde adentro que me dice que sería más fácil si me dejara llevar por la marea de mediocres que me rodea, que me dice que por qué no acceder a todo eso, el trabajo, el celular, la tarjeta, el auto, el alquiler, el jefe, el horario, las sonrisas de todos y mi desolación. Y yo sé que es más fácil, quiero decir que si me arreglo un poco, el aspecto y las ideas, y salgo a buscar un trabajo y lo consigo, entonces todo sería más fácil, tendría comida siempre, tendría cigarrillos siempre, tendría a todos contentos siempre. Y está pasando ante mí la tentación, la seducción de todo solucionado, y es fuerte, es peligrosamente seductor todo el asunto, lo de todo bien, todos contentos. Pero por ahora no, por ahora sigo en esta, mientras pueda, seguiré luchando contra la tentación, porque es como el pacto demoníaco, está todo solucionado, pero ¿a qué precio? (La entrada es gratis, la salida... vemos)

Espero resistir todavía, tengo grandes esperanzas de poder algún día decirles a todos: acá tienen, vean como pude hacerlo, y jódanse. Veremos que sucede en adelante. Adiós.


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